lunes, 31 de agosto de 2009

Adios amigo...

Mi tío Ramón lo rescató de debajo de un camión; agresivo e inocente pasó a formar parte de nosotros hace más de 14 años, era un perro joven y con energía. Poco a poco gané su cariño y fidelidad mediante atención y mucha comida, entonces se convirtió en el hermano que hasta el momento no tenía.
Recuerdo que sacarlo a pasear era el pretexto para poder fumar en mi adolescencia, recuerdo sus aullidos eternos al paso de alguna sirena, recuerdo sus ladridos fortísimos a las 4 de la mañana, recuerdo su temperamento con los extraños, recuerdo su cariño con los niños y su cuidado por nosotros, recuerdo su obediencia inigualable sin necesidad de condicionamiento clásico, recuerdo sus recibimientos de alegría cuando yo llegaba después de una noche de farra sin importarle la hora, recuerdo su apoyo en los momentos tristes y su alegría en los momentos de júblio, recuerdo cómo soportó (entre otras cosas) un accidente en el que casi pierde una pata, un extravío donde vagó sin rumbo hasta que fue rescatado por el H. Cuerpo de Bomberos de Atizapán de un río de aguas negras y una terrible pelea con otro perro mucho más joven que él.
Recuerdo también cómo su alegría por traer a mi sobrino neonato le hizo saltar de alegría y curiosidad como nunca antes, recuerdo sus pelos abandonados en el sillón que sólo evitaba cuando estaba alguno de nosotros presente, recuerdo su presencia en la calle que hacía que la gente evitara caminar en la misma acera, recuerdo su manera de comunicarse con nosotros para obtener lo que deseaba... recuerdo muchas muchas cosas de él y no logro expresar todo aquí. Simplemente sucedió muy rápido... el viernes pasado notamos que le costaba mucho levantarse y ya para el sábado temprano simplemente no podía caminar, postrado en el piso respiraba dificultosamente y poco tiempo después nos regaló una última mirada y partió de este plano existencial para dejarnos abandonados sin él.
Ahora sé que cuando regrese de mi viaje a España no va a recibirme con su singular alegría como lo había hecho los últimos 15 años, ahora sé que ya no hay quien cuide de nosotros, ahora sé que ya no habrá que recoger sus desechos, ahora sé que los vecinos dormirán sin ladridos a media noche... pero sobre todo ahora sé que decidió morir antes de que yo partiera a tierras lejanas para poder despedirse de mí.
Te recordaré con mucho cariño Dogo, el gran pastor alemán que cambió mi vida... adiós amigo.

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