jueves, 30 de julio de 2009

Unos que medio están bien

Ayer en la noche saliendo de mi queridisísima escuela pasé a cenar a una taquería de esas que están pintadas de naranja desde el piso hasta el techo... y les funciona porque la verdad sí me provocaron hambre. Está ubicada sobre la calle E. A. Chávez (así se llama según la Guía Roji) en la colonia Bellavista Satélite, en el municipio de Tlalnepantla de Baz, aquí en el peñísimo y presidencialísimo Estado de México. Al llegar te atienden bien y procuran ofrecerte una bebida casi inmediatamente. Por otro lado el suadero es de esos que parece barbacoa, es seco, muy blando y no aporta nada nuevo; en cambio la lengua sí está buena, pude observar que para sacar las rebanadas no le quitan el gordito que suelen rebanarle otros taqueros para venderlo como maciza, jaja, punto a su favor... sin embargo no está taan buena como para un 10... le pongo un justo 8.5. Ah, un buen otro punto a favor de la taquería es el surtido de salsas (incluso tienen una como de habanero pero que viene embotellada con una etiqueta presumiendo el logotipo de la taquería ¿qué tal eh?) y además te llevan un platito ex-clu-si-vo de limones con cebollitas de cambray asadas sólo para ti... excelente para los que no toleramos meter la mano en las cubetitias de limones sólo para encontrar limones exprimidos por otros dedos que quién sabe en qué orificios corporales estuvieron metidos (como orificio entiéndase el canal auditivo u ombligo).
Bueno, ¿pero por qué me hube de ir a cenar taquitos a media semana? Pues primero porque se me dio la gana, y segundo porque estaba celebrando que por fin las muy trabajadoras autoridades escolares por fin me habían dado una respuesta de lo del asunto de mi carta... que según llega el fax de mi carta el próximo martes, por lo que el miércoles me lanzo tempranito a la embajada de España para tramitar mi visa de estudiante ñoño.
En estos momentos están pasando la película de Resident Evil 2... misma que me recuerda muucho a una ex-suegrita que tuve hace un tiempo a la que le encantan las películas de zombies, sea cual fuere su calidad o antigüedad... lo mejor de todo era llegar a su casa los sábados, ponerle en la tele de su cuarto una película de éstas y distraerla durante unas dos horas mientras yo me fajaba a su hija por todo lo ancho que la sala, comedor y cocina nos permitían. Buen provecho.

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